Logre quitarme la venda de los ojos una tarde cuando me encontraba sola, las paredes de la habitación eran más grande de lo que media y el reloj marcaba las 12:00 desde hace varios días. Se había detenido el tiempo como si hubiera capturado una imagen en tan solo un segundo, sin darme cuenta que yo era la me encontraba ahí.
Mi silueta a través del espejo me enseñaba que tan lastimada estaba sin tener una cicatriz en mi cuerpo, aunque todo me dolía por dentro.
Abrir los ojos no fue fácil, existieron días con melancolía que se ocultaron en una sonrisa y las lágrimas aparecían cada vez que llovía. Los momentos grises se habían vuelto mi rutina y vestir de negro mi alegría; En mi vida ya no existía un color, más que el de mis ojos café.
Sin embargo una tarde el Sol se manifestó en mi ventana para mostrarme el entusiasmo de lo que significa vivir para mí y por mí.